Un Abrazo
El poder de un abrazo
Estoy en un viaje en avión, sentada lista para el despegue. Unos puestos más adelante se encuentra un padre con su hijo de no más de 2 meses de vida. Él llora y su padre lo abraza y le susurra algunas palabras al oído. Lentamente comienza a calmarse y a observar su entorno, mientras su mano sujeta la ropa de su progenitor. En poco tiempo ya está plácido escondido en los brazos que lo acurrucaron.
Ese sencillo gesto le ha traído un gran bienestar y sentimiento de seguridad a lo nuevo que estaba experimentando. Además el abrazo como tal, trae grandes satisfacciones al que lo da como al que lo recibe y nos conecta con la otra persona.
Entonces, en la vida diaria con niños pequeños donde estamos muy preocupados de las rutinas, del ajetreo, marcar límites y lograr realizar todo lo agendado a veces no nos ponemos a pensar en la gran herramienta que tenemos….
¿Cuándo abrazamos?
Hablamos de estabilidad emocional, desarrollo social y el abrazo es una forma de demostrar el amor que le tenemos, el apoyo que necesitan, las alegrías compartidas, la calma en tiempos difíciles, el consuelo y compasión en tiempos de tristeza.
Pero no solo es cuando son pequeños. Los más grandes y adolescentes también necesitan su “cuota de mamá” como me dicen y más aún que cuando son pequeños.
Ellos ya están viviendo sus propias experiencias, relaciones con sus pares, toma de decisiones y en estas instancias puede seguir teniendo tu tiempo para escuchar y dar tus consejos sabios.
Pero en nuestra vida tenemos la suerte de contar con los que nos acurrucaron a nosotros. Ellos, detrás de nosotros como observadores ahora, ya no son los que llevan toda la carga y han comenzado a necesitar de ayudas para su independencia. Los llamados abuelos o adulto mayor aunque no nos comunican todo, esperan seguir siendo importantes y parte de esta familia y, el abrazo, les da fuerza y sentido para seguir viviendo.
