¿Una mascota?…

Hace algunos años atrás recibimos un perro de regalo para mi hijo Lucas. Él, que le costaba pronunciar la letra “r”, lo primero que nos pidió fue tener un perrrro. Era una bolita juguetona de pelo café de raza “chilena” que se ganó nuestros corazones de inmediato. Y de ahí comienza una aventura de aprender qué significa adoptar una mascota en la casa, sus cuidados y responsabilidades de cada miembro de la familia.

Y… ¿por qué una mascota?

Podríamos haber tenido algo material, una salida… evitándonos sus cuidados, el no saber dónde dejarlo si salimos de casa, etc. Pero ahora que es parte de nuestra familia nos damos cuenta la cantidad de beneficios que nos trajo acogerlo en nuestro hogar.

Sentido de socialización y responsabilidad

La primera y muy importante es la socialización. Tuvimos que adecuarnos a caminar por la casa y acordarnos que este pequeño peludo nos seguía para jugar con él. También cómo se fue adaptando a las personalidades de todos siendo capaz de satisfacer sus necesidades según las personalidades de cada uno. Con los más chicos jugaba y corría por el jardín. Con mis hijos mayores les pedía su comida o agua y conmigo se acurrucaba.

Estas interacciones en los niños generan empatía y vínculos muy importantes que se extienden a todo su desarrollo emocional. Al aprender a ser respetuoso con su mascota, ser su amigo y comportarse con él, también aprenderá a hacerlo con sus compañeros o las personas que lo rodean.

A la vez se sienten responsables de ellos y cuidar a alguien siendo ellos más pequeños, aumenta su autoestima de que son capaces de hacerse cargo de más tareas.

Apoyo durante la pandemia

Otra cosa que sucedió es la conexión con ellos siendo un apoyo en momentos difíciles como fue el encierro que experimentamos el 2020, donde el hecho de acariciarlo o abrazarlo disminuía el estrés y aliviaba en parte la situación. También ha sido un compañero ideal en juegos y actividades familiares, las salidas a caminar, perdón a correr.

Yo como mamá de Charly he tenido que aprender otro idioma, aceptar ver más de su pelaje dentro de casa, ser más flexible con su desordenada vida en el jardín y su creatividad que tiene con algunas plantas, y su lectura interesante con el diario en la mañana. Pero ahora que han ido creciendo mis hijos y están pasando más tiempo fuera, aún siento la casa llena con su presencia. Demás está decir que fue la inspiración para mi segundo cuento infantil, ¡Mamá! adoptemos…

En mayo de este año cumplió 9 años con nosotros. Muy sano, activo e inquieto, ha crecido con los niños. Su envejecimiento natural ha abierto la puerta a discutir temas relevantes en familia, como la muerte y la adopción de otra mascota a futuro.

Es verdad que hay trabajo al incorporar otro integrante en cada familia, al fin y al cabo es un niño más, pero la cantidad de cosas buenas que recibes superan con creces las responsabilidades.

¿Cómo ha sido tu experiencia adoptando una mascota? Comparte en la sección comentarios al final de la página.

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